APRENDIENDO A EDUCAR
Estamos ante una generación con baja autoestima, altamente demandante. Con pocos valores, sobre el amor, la amistad, la alegría, el compromiso, la tenacidad, el trabajo día a día con uno mismo, factores que hay que aprender desde la infancia. Aprendiendo a educar, el niño consigue equilibrio y sentirse bien consigo mismo: aceptándose, respetándose, admirándose y sobre todo amándose. Por consiguiente, aprendiendo a educar, el niño proyecta y refleja estos valores hacia los demás.
Aprendiendo a educar conseguimos que el niño esté en equilibrio y sea feliz. La sociedad de hoy en día, está creando una generación difícil de gestionar. Algunos niños son narcisistas, demandantes, con autoestima muy baja, estrictos y muy exigentes con ellos mismos y con los demás.
Por consiguiente, no son niños felices y ni siquiera actúan todo el tiempo como niños, en ocasiones parecen mentes viejas en cuerpo de niños.
PILARES FUNDAMENTALES DE LA EDUCACION
Tenemos tres pilares fundamentales que son la base de una personalidad futura: La paternidad, el medioambiente y la tecnología. Focalizando en el primero, observamos una estructura de fracaso de estrategias parentales. De ahí, la importancia de aprendiendo a educar. Los mensajes que reciben los niños desde pequeños se quedan grabados en el cerebro emocional: «eres guapo, listo, inteligente, maravilloso…». Con el tiempo el niño piensa que es el más guapo, maravilloso y el mejor entre todos.
En aras de tener una buena estructura de personalidad , basada en la seguridad de uno mismo y al mismo tiempo estar en equilibrio, es muy importante los mensajes que reciben los niños de sus padres.
Cuando estos niños se enfrentan a la vida real, esperan ser reconocidos en todos los ámbitos, ya sean sociales o laborales. Surge un desajuste y desequilibrio cuando el niño se hace adolescente y «adulto». Espera ser recibido como el “titular”, que le ha llegado de sus referentes paternos: “Eres bueno en todo, sin esfuerzo consigues todo lo que desees y pidas”.
El conflicto surge al enfrentarse a la realidad, de no ser valorado ni conseguir todo lo que quiera sin esfuerzo, tesón y trabajo diario. En ese momento, el mensaje que tiene grabado, no corresponde con la realidad de la vida, generandose en el/ella emociones de inseguridad, frustración, incluso, factores que pueden derivar en depresión.
En principio el niño ha estado sobreprotegido y valorado por sus referentes. En la adolescencia se enfrentará sólo a la sociedad, a sus iguales. Por lo tanto, es muy importante la educación y mensajes que haya recibido desde pequeño.
Si los mensajes que recibe es “te quiero, creo y confío en ti, pero tu no eres el mejor en todo”, ese adolescente, estará seguro de si mismo y sabrá gestionar las relaciones de amistad adecuadamente, siendo feliz.
Si por el contrario, el mensaje que ha recibido desde pequeño es: “te quiero, eres el mejor en todo, eres el más guap@, tu pide lo que quieras» ese niñ@ cuando llega a su grupo de iguales en la adolescencia, se sentirá insegur@, desplazado y en desequilibrio con el mismo. Aprendiendo a educar cambiamos el mensaje.
LA IMPORTANCIA DE LOS LIMITES
En primer lugar, aprendiendo a educar, es relevante reforzar al niño en momentos puntuales con mensajes que contengan lo bueno y maravilloso que puede ser en algo. Del mismo modo, siempre que proceda, habrá que hacerle saber, que puede haber otros niños que son mejores en otras facetas.
De la misma manera, mostrarle que en la vida las cosas no son siempre fáciles, todo necesita un esfuerzo, además no siempre se gana, y aun así, puede ser que nunca llegue lo que queremos y por eso no vamos a dejar de continuar caminando con una sonrisa.
Aprendiendo a educar, cuando tu niño reclame todo el tiempo tu atención, es sano que sepa esperar, que no siempre puede ser el centro de atención.Si actuamos de una forma opuesta, estamos perjudicando a ese niño, a su estructura de personalidad, construyendo en él un carácter débil, con baja autoestima, con un nivel muy bajo de frustración, estricto y autoexigente, además de la posibilidad de formar una estructura de personalidad narcisista y otros perfiles.
Por otro lado, aprendiendo a educar, se le enseña al niño poco a poco, disciplina y orden jerárquico, bases fundamentales para una estructura cerebral equilibrada.
Otro factor muy importante, son los límites, siempre desde el cariño, como saber decirle no al niño, hacerle ver que el que manda y tiene la última palabra es el adulto. Si en una situación en público reacciona con despotismo, no darle feedback positivo por medio de caricias o sonrisa, pues lo que recibe ese niño en su cabecita, es “eres el que manda, lo estas haciendo bien”.
Debemos enseñarle que es bueno esperar, que cuando realmente deseamos algo no nos llega solo por pedirlo. Es cuestión de esfuerzo, tiempo , paciencia y constancia. Así haremos que el niño tenga una buena autoestima, confianza en el mismo y sea feliz.